Agónica fue la victoria de Alemania ante un conjunto de Polonia que pareció demasiado prudente en un encuentro de vida o muerte.

Sin embargo, la primera jugada de peligro fue para Polonia, temprano en el minuto 9 con una llegada de Smolarek tras una combinación con Maciej Zuravski, lo que origino un retroceso en la escuadra alemana. Poco después en el minuto 17 Miroslav Klose dio un cabezazo salió desviado tras un gran centro de Philip Lahm, que fue un trabajador incansable por la banda izquierda tanto en ataque como en defensa.
Los esfuerzos de los alemanes no se traducían en gol y a veces los polacos se permitían llegadas de ataque que obligaban a Alemania a apretar sus acciones defensivas cerca o en el área misma de Lehmann. El juego de ninguno de los dos equipos era fluido y, a medida que pasaban los minutos y el gol no llegaba, la impaciencia alemana empezaba a crecer en el campo y en las tribunas.
Al final, el trabajo de Klose, Lahm y Oliver Neuville fue premiado y Odonkor, con el centro para el gol de Neuville, tuvo su parte importante en el gol de la victoria.
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