La perdida de valores, la violencia y la persecución política está cerrando las opciones de los periodistas venezolanos que desean cumplir con su labor.
El país se ha fragmentado en materia social y económica, la represión y la persecución está impidiendo el ejercicio del periodismo. Y es que no se trata solamente de un toma y dame entre el Gobierno y los empresarios, ahora todo aquel que pertenezca a un medio de comunicación y realice unas simples preguntas que resulten incómodas a un ministro u otra personalidad política, corre el riesgo casi eminente de perder su puesto.
Uno de los casos más recientes es la abrupta salida del aire del programa de Luis Chataing, el cual era transmitido por Televen. Chataing declaró en su programara radial que la medida obedeció a presiones ejercidas por altos miembros del Gobierno contra la planta televisora. En diversas ocasiones se le sugirió al animador cambiar un poco la tónica de su programa, ya que en éste se criticaba a través del humor al Gobierno.

Esta realidad golpea con mayor fuerza a los periodistas que luchan por cumplir con su labor de informar a la colectividad. Actualmente decir lo que verdaderamente sucede se convierte en un arma de doble filo. Por si sola la labor de periodismo es compleja, quien la ejerce debe ser imparcial, objetivo y veraz aún por encima de sus creencias u opiniones, separando al hombre del profesional, sin perder su calidad humana.
Seguir los lineamientos que rigen la profesión del periodismo sin caer en la parcialidad o dejar filtrar entre líneas sus ideologías es una tarea titánica, en una sociedad corrompida por la intolerancia, la violencia y los prejuicios. La credibilidad del periodista está en tela de juicio día tras día. Ejercer el periodismo hoy en día es sinónimo de valentía, ya no solo está en juego la reputación o credibilidad del periodista sino también su integridad física, siendo el punto focal de grupos radicales que en un total acto de ignorancia y barbarie arremeten contra los profesionales de la comunicación y los medios a los que éstos pertenecen.
Evolución de las agresiones
Hojeando un poco en el tiempo nos encontramos que en el año 2009 la ONG venezolana “Espacio Público” contabilizó las violaciones a la libertad de expresión en Venezuela. En su informe para el primer semestre de 2009, registró 96 casos de agresiones. El tipo de agresión más recurrente fue el hostigamiento judicial con 23% de la muestra. Le siguen la intimidación (22%), amenaza (12,50%), los ataques y agresiones comprenden más del 20% de los casos registrados.
De acuerdo a la medición de la ONG, el Estado fue el responsable de 54% de las violaciones a libertad de expresión, en segunda medida los perpetradores son “terceros particulares” 31% y en 15% los agresores son desconocidos. Las principales víctimas de estas arremetidas fueron los medios de comunicación con 36,46%, en segundo lugar los periodistas (30,21%) y el tercer grado de incidencia ocuparon los directores de medios de comunicación (11,46%). (Fuente Correo del Caroní)
Lamentablemente, la situación no ha mejorado, por el contrario ha empeorado. Según una publicación realizada por el diario El Universal con fecha del 12 de marzo del 2014, durante el primer mes de protestas iniciadas el 12 de febrero (2014), el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Prensa recibió 53 denuncias de hostigamientos, 25 de robos de equipos de trabajo y material audiovisual, 24 de agresiones físicas y 23 detenciones contra reporteros, camarógrafos y fotógrafos. Además, registró un periodista herido de bala en el estado Mérida.
Marco Ruiz, secretario general del SNTP, informó que "hasta el 11 de marzo 97 trabajadores de la prensa fueron víctimas de ataques por parte de funcionarios de seguridad del Estado venezolano, civiles armados -identificados como colectivos-, y manifestantes. En varios casos, un periodista sufrió dos o más agresiones", explicó. En el reporte se cuentan 28 corresponsales internacionales, quienes también han sido detenidos, amenazados, agredidos físicamente y robados.
Autocensura “impuesta”
La parcialización política existente en los medios de comunicación así como las frecuentes amenazas y persecuciones a las que son sometidos los periodistas han limitado el trabajo periodístico. Un medio simpatizante del oficialismo jamás publicará una noticia a favor del sector opositor, obligando al periodista que labora para dicho medio a dedicarse solo a mostrar información que beneficie al Gobierno y aquellas perjudiquen a la derecha venezolana.
La manipulación u omisión de información se ha hecho mas frecuente cada día, se está perdiendo la imparcialidad, la objetividad y veracidad que caracteriza a la profesión, el periodismo que realizan los medios de comunicación en Venezuela es poco ético, mas que cumplir con su rol de informar, trabajan en beneficio de sí mismos y solo muestran lo que les es conveniente, ya sea por temor a represalias o por su línea editorial.
Ética vs sobrevivencia
Tanto los medios públicos como los privados, coartan las funciones del comunicador social, hay quienes se arriesgan a mostrar informaciones de gran relevancia ante la opinión pública y terminan siendo perseguidos políticos, hostigados judicialmente, vetados o exiliados, solo por hacer bien su trabajo.
Es larga la lista de irrespeto e injusticias a periodistas y medios por el simple hecho de expresar críticas al Gobierno, desembocando ataques directos a fotógrafos, camarógrafos, reporteros e instalaciones de medios en todo el país.
Hoy si un periodista se presenta en una institución gubernamental solicitando trabajo debe dar garantías de fidelidad a una ideología y a un líder.
Es lamentable que periodistas que se han formado en los centros educativos más importantes del país, se vean en la obligación de pertenecer a un partido político o disfrazarse de simpatizantes de una corriente política, para poder obtener un empleo y llevar el pan a sus casas. La profesión del periodismo está siendo denigrada por los gobiernos, olvidando que los periodista son la voz de quienes han sido golpeados y abandonados por sus líderes.