Además de ser la entrada a los glaciares y formar parte de la Patagonia argentina, El Calafate es uno de esos pequeños poblados que hay que visitar al pisar suelo gaucho.
El Calafate es un poblado en Argentina que a cualquier venezolano seguramente le recordará algún paraje criollo. Si van en primavera (que es la época verdaderamente agradable para visitar) de día tendrán un ambiente desolado, con casas que recuerdan a la playera zona de Adicora en Falcón. Por otro lado su cara comercial nos transporta a la cultura europea establecida en la Colonia Tovar y de noche, el clima merideño en su época más fría. Lo que lo hace diferente es la cantidad de turistas que lo visitan al año y no es para menos, al fondo de cada paisaje siempre se verá una llanura de un verdor inigualable interrumpido por la impresionante vista de montañas nevadas.
Esa es la primera impresión que pueden llevarse de El Calafate, asentamiento ubicado en la Patagonia argentina, justo en el provincia de Santa Cruz, y cuyo nombre proviene del fruto de un arbusto que crece silvestre a los alrededores. Su principal atractivo es justamente ser la puerta al Parque Nacional Los Glaciares, donde por el título podrán imaginar, se puede ir a varios glaciares, entre ellos el famoso Perito Moreno.
Desde El Calafate también se puede ir en auto o bus a otras zonas cercanas al Antártico como Ushuaia (lugar donde se toman los cruceros a las zonas de los Icebergs), a Puerto Madryn, epicentro de los sitios donde se aprecian a los pingüinos y a las ballenas y a El Chaltén, pueblo dentro del Parque construido en 1982, que tiene alrededor de 30 habitantes y se encuentra al pie de monte del Fritz Roy. Pero la localidad también tiene sus atractivos.
Museos, casino, pubs, boliches (estos dos son centros nocturnos), comida y bebidas son dignos para darles por lo menos una revisión. Si van desde Venezuela, se sorprenderán al ir al supermercado (aquí y en cualquier parte de Argentina) por la variedad de productos que se ofrecen a muy bajo precio, eso sin contar que hay una variedad de éstos que desde hace rato dejamos de ver en el territorio nacional. Impresionante es que no se usan bolsas por cuestiones ecológicas. La propia comunidad se lo exigió a la municipalidad y ahora se usan cajas a la hora de comprar. Por eso son muy valiosas para cargar los productos y de hecho, ya hay una empresa que se encarga de elaborarlas con un diseño exclusivo para este uso. En fin, los vinos aquí son tan diversos como los panes en una panadería pero si quieren beber algo local, deben optar por el Fernet, que es un tipo de de bebida alcohólica hecha a base de hierbas, sumamente concentrado y se consume -por lo menos en El Calafate- con Coca Cola (es prácticamente una ofensa decir que la quieres con Pepsi).
Lo otro es una bebida parecida, pero menos concentrada y sin alcohol denominada Terma. Se toma sola o con soda y viene en varias presentaciones y sabores. Se consigue en toda la nación pero aquí se ofrece un poco más que en el norte del país.
La especialidad gastronómica de la región es el cordero patagónico. Se diferencia del común porque el animal se alimenta de las plantas que crecen por esta zona. El lugar más recomendable es La Tablita justo frente al puente de la Avenida Libertador (no hay pérdida considerando que es casi el único corredor comercial del poblado). La otra visita casi obligada es a la Pizzería La Lechuza, un original restaurante que en sus horas pico dejará parado a más de uno por culpa de su variedad en más de 35 pizzas, entre otros platos.
Consideraciones
Uno de los principales problemas locales es el agua. El Calafate tiene uno de los grandes reservas del liquido y sin embargo, el sistema esta adecuado para cuatro mil personas cuando en menos de tres años la población ha aumentado hasta más de 15 mil habitantes, eso sin incluir la lluvia de turistas que visitan el lugar. Se recomienda entonces comprar agua en garrafa, sin importar cuanto tiempo vayan a estar. Es mucho mas económico y tiene más usos que los pequeños botellones.

El aeropuerto es un lugar acogedor, cómodo y moderno. No hace tanto fue declarado como internacional y presta muchos más servicios. En un pestañeo puede estar lleno y en otro vacío. A los alrededores solo hay llanuras que se rompen magistralmente con gélidas montanas y una hermosa vista al lago argentino.Realmente funciona cuando llega un vuelo que es muy pocas veces al día. El dato importante aquí es que sólo hay teléfonos monederos. No hay locutorios ni centros de llamadas, por lo que si no quedan de acuerdo con nadie para que los busquen y no poseen mucho dinero, tomen el primer bus que salga porque el próximo probablemente aparezca con la llegada (o salida) del siguiente vuelo.
Aún con temporada alta, los aviones prácticamente van vacíos, tanto que si confirman el vuelo, los llamarán con nombre y apellido para que se apersonen y si no hay mucha gente, los vuelos son juntados con destinos más solicitados como Buenos Aires por ejemplo.
Se recomienda llegar con dinero ya cambiado porque aún cuando hay una buena cantidad de casas de cambio, tendrán que pasar por las largas colas producto de la buena cantidad de turistas que prácticamente se la pasan allí, la mayoría de ellos mochileros provenientes de Europa.
Desde la línea imaginaria denominada “paralelo 42” hacia el sur no se puede ingresar con carnes, quesos o frutas. Por si llevan algo encima que contenga uno de esos tres elementos, cómaselo o regálelo (procure no botarlo) porque la provincia de Santa Cruz fue declarada como zona libre de aftosa y por ende quieren seguirla manteniendo así.
Ya por último, recuerden que aunque la industria turística en Argentina es robusta, no olviden planificar bien todos los detalles, desde el hospedaje hasta las salidas. Lo bueno sin duda alguna es que encontrarán en cada esquina y hasta en Internet una cantidad inigualable de información de todo lo que necesiten. Ya en otra entrega se indicará los pasos a seguir para visitar los glaciares partiendo desde aquí.
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