El Puente de los enamorados, o puente Milvio, es uno de los sitios más curiosos de Roma, aparte de la magnífica historia que encierra, se ha caracterizado por el sitio al que van miles de enamorados a dejar huella.
Está situado al norte de Roma, y pasa sobre el rio Tíber. Las primeras noticias que se tienen de el remontan al año 207 a.C., cuando se piensa que era todavía de madera y están relacionadas al regreso de la batalla del Metauro. Aparece también en distintos episodios históricos y hasta fue destruido por Garibaldi en el año 1849.

Durante (wikipedia/ puente milvio) la Edad Media un monje llamado Acuzio renovó el puente, y en 1429 el papa Martín V le pidió a un famoso arquitecto, Francesco da Genazzano, que reparase el puente ya que estaba a punto de colapsar.

Durante los siglos XVIII y XIX, el puente fue modificado por dos artistas, Giuseppe Valadier y Domenico Pigiani.
El dato curioso de este puente es que en el año 2006, tras una escena deun famosa libro llamado “Tengo Ganas de Ti”, el puente empezó a atraer cientos de personas dispuestas a repetir lo que había recreado el autor en esas páginas.

La historia es la siguiente: el escritor Federico Moccia, conocido en España por su novela “Perdona si te llamo amor”, en otro libro donde relataba una historia de amor de una pareja, escribió que, para sellar su amor, colocaron un candado con las iniciales de cada uno de ellos en una de las farolas del puente, de modo que su amor perduraría para siempre.

Una gran cantidad de parejas se dirigieron al puente para sellar su amor, colgando un candado en un poste de luz del puente, y luego arrojando la llave a las aguas del Tíber.

Se hizo tan popular esta costumbre, por parejas locales y sobre todo, por las turistas, que en el 2007, el poste se abarrotó de tantos candados que calló, por lo que las autoridades prohibieron que se continuara haciendo el ritual y abrieron un sitio en internet para que las parejas colgaran candados “virtuales”, pero evidentemente no tuvo elmismo efecto.
Para julio de este mismo año, el Alcalde de Roma, mando a colocar unas columnas de acero y la tradición ha seguido hasta el día de hoy.