El pasado sábado, el fenómeno meteorológico tocó tierra en Guatemala, Honduras y El Salvador, afectando a miles de personas.

Mañana, 1 de junio, comienza la temporada de huracanes en la zona norte del océano Atlántico y ya se puede sentir la fuerza de las lluvias que se avecinan. El pasado fin de semana, la tormenta tropical Agatha azotó gravemente los países de Centroamérica dejando a su paso cientos de muertos, heridos, desaparecidos y miles de damnificados.
Guatemala, Honduras y El Salvador sintieron los fuertes vientos desde el sábado hasta el domingo, cuando la tormenta descendió a depresión tropical. El primero de estos países fue el que sufrió mayores daños, aunado a las erupciones del volcán Tacaya que también produjeron evacuaciones durante la semana pasada.
La tormenta dejó 82 muertos, 53 desaparecidos, 59 heridos, 111.964 evacuados y 29.245 personas en albergues sólo en Guatemala, según reseñó AFP. El presidente Álvaro Colom suspendió las clases durante esta semana para evaluar los daños causados y para que las personas volvieran con calma a sus casas.

Por su parte, los salvadoreños también resultaron afectados con los embates del tiempo. El presidente Mauricio Funes decretó alerta roja en el país, luego de que se registraran nueve muertes y se trasladaran hacia albergues más 5.000 personas. El ministro de Medio Ambiente, Herman Rosa Chávez, indicó que los niveles de lluvia de la tormenta Agatha, estimados en 483 mm de lluvia, superaron en sólo 24 horas los niveles del huracán Mitch que fueron de 375 mm en 1998, informó el DiarioCoLatino de esa nación.
En Honduras, Agatha destruyó once puentes y 2.526 hectáreas agrícolas, cientos de casas, carreteras, escuelas estatales y edificios públicos. El caudal del río Choluteca quebró en dos un puente bailey entre los barrios El Chile y Miramesí en Tegucigalpa. No obstante, el daño humano fue menor pues dejó 14 fallecidos, cuatro lesionados y un desaparecido.
Aún cuando se espera que la temporada de huracanes y tormentas tropicales comience en junio, los países continúan desprevenidos ante las llegadas de las lluvias y las medidas de seguridad no parecen ser suficientes.