Johannesburgo está situada junto a las minas de oro más ricas del mundo, entre las elevaciones del Gold Reef, es el motor económico de Sudáfrica.
Fundada a fines del siglo XIX, Johannesbugo, en una meseta que se encuentra a 1.753 metros sobre el nivel del mar, en su momento fue destino obligado para quienes buscaban la quimera del oro. Hoy sigue siendo el lugar en el que estar para todos aquellos que buscan hacer fortuna, carrera o fama en Sudáfrica.
Johannesburgo es una ciudad enorme construida para andar en carro pero hay que ser cauteloso a la hora de manejar, debido a que el robo de automóviles es un hobby para muchos. No es buena idea andar en autos de lujo (los preferidos de los ladrones son los Mercedes y BMW), y se deben tomar precauciones básicas como mantener las puertas cerradas y las ventanas levantadas, estar atentos a las personas que se mueven cerca del auto, y ser particularmente cuidadosos cuando uno va y viene del vehículo, evitando mostrar cosas de valor.

Los autobuses pueden ser útiles para los visitantes que van desde la terminal principal en Gandhi Square hasta Eloff Street hasta los bellos suburbios del norte como Melville, Rosebank, Parkhurst, Sandton y Melrose, donde se ubican la mayor parte de los hoteles de la ciudad.
Al llegar al aeropuerto, el Tambo International, el mejor modo de llegar a la ciudad es tomarse un autobús especial manejado por compañías como Johannesburg Airport Shuttle o Magic Bus. Ellos ofrecen transportes puerta a puerta en toda la ciudad y pueden ser reservados en el edificio Parkade frente a la terminal, y el costo es entre $33 y $40 dólares estadounidenses. Los taxis desde el aeropuerto al hotel son bastante caros.

El Museo África

Este distrito también ofrece una selección de bares, clubes, cafés y restaurantes por encima del promedio. Un restaurante que no deberían perderse es Gramadoelas en la calle Bree, una auténtica institución de la ciudad. No es barato, pero con su atmósfera refinada, su fantástico servicio y sus excelentes platos africanos y de la zona del Cabo, el lugar está en una liga aparte. Prueben el delicioso 'umngqusho', carne con legumbres y maíz, o el couscous de cordero.

En general, hay algo para cada paladar en Johanesburgo. Desde francés a italiano, chino, africano o asiático, la lista de restaurantes étnicos es interminable. Y los fanáticos de la comida rápida tampoco saldrán decepcionados: McDonalds, Wimpy, Nandos y KFC tienen franquicias aquí también.
En la ciudad hay no menos de veinte centros de compras, y la mayor parte de ellos son como ciudades en miniatura que cuentan con bancos, farmacias, oficinas de correo, cines y restaurantes, así como los inevitables comercios. Pueden ir al Melrose Arch en Melrose Boulevard, el Hyde Park Mall (Jan Smuts Avenue) o el mejor de todos, Sandton City en la esquina de Sandton Drive y Rivonia Road.
No es de sorprenderse que en una ciudad de extremos tan amplios entre la riqueza y la pobreza (es la ciudad más poderosa del continente, pero aún así hay grandes fracciones de la población que luchan por sobrevivir) los niveles de crímenes hayan llegado a extremos muy grandes en los últimos años. Aún así, gracias a las cámaras de vigilancia y otras medidas, las tasas de crímenes serios como robos, asaltos y hurtos se han ido reduciendo.
Se deben tomar las precauciones necesarias (ir siempre en grupo, tratar de no lucir como turista, no llevar sumas excesivas de dinero, evitar el uso de joyas o relojes caros, etc.), un viaje a esta ciudad pujante y trabajadora no necesariamente tiene que implicar lidiar con la paranoia o el miedo.
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