Sobre la Gran Carretera del Norte, Polokwane se erige quizá como la última parada antes de adentrarse en el África profunda.
A mitad de camino entre la "neoyorquina" Johannesburgo y la frontera de Zimbabwe, la antigua Pietersburg es la ciudad principal de la provincia de Limpopo, la más pobre de Sudáfrica.
Todo tiene tintes ancestrales alrededor de Polokwane, cuyo significado es "lugar seguro". Los baobabs gigantes, los árboles más grandes de África, pueblan las tierras verdes de Limpopo, que linda con Botswana, Zimbabwe y Mozambique. Puerta a las profundidades del continente, la región goza de una rica herencia cultural.
Declarado patrimonio de la humanidad, el Parque Nacional de Mapungubwe protege el lugar donde se asentó el desarrollado reino indígena del mismo nombre, existente hace 1.000 años y que comercializó oro y marfil con pueblos tan lejanos como el chino.
El metal precioso atrajo a los colonos a mitad del siglo XIX y en plena fiebre del oro la ciudad fue bautizada como Pietersburg, en honor a uno de los líderes de los "voortrekkers", Petrus Jacobus Joubert.
Renombrada como Polokwane, la pequeña ciudad de medio millón de habitantes está lejos de ofrecer la vibrante vida urbana de Johannesburgo o Ciudad del Cabo, pero su proximidad a la zona más salvaje del país ofrece la posibilidad de realizar pequeños safari en reservas privadas.
Durante el Mundial, el estadio Peter Mokaba, bautizado con el nombre del fallecido líder del Congreso Nacional Africano, albergó cuatro partidos de grupo. El campo es completamente nuevo, pero su diseño está inspirado en la tierra milenaria: su graderío, con capacidad para 45.000 espectadores, está flanqueado por cuatro torres, cuatro torres con forma de baobab ancestral. Este estadio tiene la peculiaridad de que su cesped de superficie natural y fibra sintética.
