Robert Edwards, padre de los bebés probetas, fue el inventor de la técnica que ha ayudado a aquellas parejas, que a pesar de ser infértiles, a tener hijos, casi un milagro de la ciencia.

Apenas 22 años, le costaron al biólogo británico Robert Edwards, hoy de 85 años, para hacerse acreedor del Premio Nóbel de Medicina por su gran e innovadora invención: la fecundación in vitro.
Fue en 1978 cuando este especialista y su equipo de trabajo idearon una técnica para lograr que aquellas mujeres con problemas en su aparato reproductor y que fueran etiquetadas como “infértiles”, pudieran ver que sus vientres sí eran capaces de albergar la vida de un ser humano.
Hasta ahora, al menos cuatro millones de niños han llegado al mundo gracias a esta nueva manera de fecundación, que a su vez ha contribuido en otras tantas investigaciones sobre las células madre.
Estas dos décadas no han sido fáciles para Edwards y sus colaboradores, sobretodo con la Iglesia en contra de estas prácticas no naturales y una sociedad llena de tabúes y mitos. Luego de la declaración del Premio, el Vaticano se pronunció en desacuerdo con el otorgamiento de este célebre premio a un investigador que ha “congelado” la vida de millones de embriones.
“Sin él no existirían congeladores en todo el mundo llenos de embriones que en el mejor de los casos van a ser trasladados a úteros, pero lo más probable es que sean abandonados u olvidados por todos”, señaló Ignacio Carrasco de Paula, presidente de la Pontificia Academia para la Vida.
Muchos otros también han criticado la invención de esta técnica, pero mayoritarias son las voces que hoy agradecen a Edwards, el papá de los bebés probetas –como suele decírsele-
esta ya no tan nueva forma de procrear.

El Comité Nobel explicó: “Sus descubrimientos (en referencia a Robert Edwards) hicieron posible el tratamiento de la esterilidad que afecta a una gran proporción de la humanidad y a más de 10% de las parejas en el mundo”.
En Venezuela, desde 1988, se propone el nombre del médico Jacinto Convit para hacerse acreedor del Premio Nóbel de Medicina por su loable creación de la vacuna contra la lepra.