El 5 de agosto se produjo el derrumbe en uno de los túneles de la mina San José, a unos 850 kilómetros al norte de esta capital.
Desde ese día los 33 hombres, 1 boliviano y 32 chilenos, sufrieron la agonía de estar bajo las profundidades de la tierra.
El capataz Florencio Ávalos, de 31 años, fue el primero en ser rescatado del grupo. El último en abandonar la mina San José, fue el topógrafo Luis Urzúa, jefe de turno del grupo que quedó atrapado por el derrumbe.
Los responsables del rescate dividieron a los mineros en tres grupos: el primero integrado por los cinco más hábiles; el segundo por los 11 más débiles y el tercero por los 17 más fuertes.
La salida de los 33 mineros duró cerca de 22 horas. Los socorristas gritaron al unísono: "¡Misión cumplida...!
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