El plástico cobra vida y adquiere sentimientos muy humanos y verdaderos, sin perder la textura y apariencia de lo irreal y fantasioso. Una gran película, muy divertida y amena, conmovedora y dramática, seria y nada pretenciosa.
Los creadores de Toy Story y Toy Story 2 abren de nuevo el baúl de los juguetes y nos traen de vuelta a la pandilla.
Ahora en Toy Story 3, Andy se prepara para ir a la universidad y sus leales juguetes acaban en… ¡una guardería! Los mocosos malcriados con sus deditos pegajosos resultan bastante peligrosos, así que los juguetes, bajo el lema Todos para uno y uno para todos, organizarán una espectacular huida. Además, a la aventura se incorporan algunas caras nuevas —unas de plástico y otras de peluche—, entre las que están Ken (el simpático novio de Barbie), un erizo vestido de tirolés llamado Sr. Púas y un oso de peluche rosa que huele a fresa y se llama Lotso Abracitos.
Ficha técnica:
- Dirección: Lee Unkrich. País: USA.
- Año: 2010. Duración: 103 min.
- Género: Animación, aventuras, comedia.
- Doblaje original: Tom Hanks (Woody), Tim Allen (Buzz Lightyear), Joan Cusack, Timothy Dalton (Sr. Púas), John Ratzenberger (Hamm), Michael Keaton (Ken), Wallace Shawn (Rex), R. Lee Ermey (sargento), Jodi Benson (Barbie), Whoopi Goldberg (Pulpi), Ned Beatty (Lotso Abracitos).
- Guión: Michael Arndt. Producción: Darla K. Anderson. Música: Randy Newman.
Entre sentimientos
De nuevo, los juguetes se sienten desplazados, sustituidos, abandonados, no queridos… porque Andy ha crecido y se va a la Universidad. Su destino puede ser el desván, el cubo de la basura o una guardería a la que los sucesivos reemplazos de niños les permitirá seguir jugando… pero no es lo mismo, porque su dueño es Andy y ¡hay tantos momentos que han pasados juntos!
Hay mucha nostalgia y también desencanto en los personajes (muy triste la historia que cuenta Sonrisitas, y lleno de amargura el corazón de Lotso Abracitos), pero aún hay más amistad y solidaridad, y sobre todo la lealtad del mejor sheriff que el cine ha tenido. Lee Unkrich cuida la psicología de cada personaje, consciente de que todos son importantes y merecen siempre una segunda oportunidad, realizando una película coral donde todos son salvados o destruidos juntos.
A nuestros viejos amigos —muy divertido el Sr. Patata— se unen Barbie y Ken, espejo de cierta cultura televisiva y narcisista… pero a los que el guión no juzga con dureza (aunque la escena del pase de modelos es una afilada crítica de la sociedad) y acaban hasta por ser graciosos y simpáticos. Hay un mono que todo lo ve y controla, el oso Lotso Abracitos, que da mucha pena cuando se le conoce, y hasta un pulpo —ya existía antes del Mundial de fútbol—.
En manos de Pixar, el plástico cobra vida y adquiere sentimientos muy humanos y verdaderos, aunque no pierdan la textura y la apariencia de lo irreal y fantasioso. Espléndida caracterización de personajes entrañables y un ritmo narrativo que sabe colocar oportunamente los giros para hacer avanzar la historia y mantener atrapado al espectador, disfrutando con las aventuras más imaginativas y suscitando los temores que surgen con la transición (de la infancia a la madurez, del cine plano o digital a las 3D).
Con ellos, asistimos a momentos de intenso dramatismo, como el del vertedero —enorme tensión a la que se nos somete—, o a otros de tierna y profunda emoción, como la despedida final (genial el modo de trazar el desenlace, con un golpe entrañable).
Los gestos de los muñecos están cuidados hasta transmitir un alma que no es de plástico, con un Grandullón inexpresivo al que vemos reaccionar muy humanamente al recordar a su mamá, o con un rostro de la niña Bonnie que es todo un poema de inocencia. Pero igual perfección tienen los movimientos de Perdigón al despedirse del vaquero o la coreografía flamenca de un divertido Buzz que ha sido re-programado.
Vistosidad en el colorido, música que envuelve y emociona, muchas referencias cinéfilas y perfección técnica para una nueva obra maestra de Pixar, en la que se vuelven a exaltar las relaciones personales de amistad —qué lección la que nos da Woody—, donde se nos invita a jugar hasta el infinito y más allá… siempre que sea con Pixar (aunque hayamos crecido e incluso salido de la universidad… porque Toy Story 3 no es una película exclusivamente para niños).