El primer síntoma que diagnostica la aparición de caries dental es un dolor intenso o palpitante. Pero no siempre se detecta a simple vista. Por ello, debe realizarse una placa interproximal dental.

Las caries interproximales de esmalte usualmente comienzan justo por debajo del punto de contacto y clínicamente se reconocen por un color blanco tizoso de superficie áspera que corresponde a la desmineralización temprana.
Sin embargo, en algunas ocasiones, el odontólogo no puede verla, por lo que requiere la aplicación de una radiografía interproximal.
El término interproximal viene de su ubicación entre dos superficies, llámense estas los dientes. La radiografía interproximal es como una fotografía dental que se toma en dos partes: primero, el lado derecho y luego, el lado izquierdo.
Mediante la utilización de rayos X, se coloca una placa dentro de la boca, que debe aprisionarse entre los dientes, de allí que también se conozca con el nombre de técnica de aleta mordida.
En el resultado, se confirmará la aparición o no de caries interproximales y oclusales, pero también alteraciones pulpares, entre otras enfermedades que aquejen la estructura de los dientes.
Sin embargo, esta prueba no es del todo confiable pues en diversas ocasiones se obtienen falsos positivos o negativos, esto quiere decir una imagen parecida a una caries en el esmalte que puede no ser cierta o por el contrario, una caries muy pequeña que no se ve ni siquiera en la radiografía.
Según la página Sunrise Clinic, se sugiere realizar este tipo de radiografía durante los controles rutinarios en forma preventiva, ya que permite encontrar lesiones pequeñas de caries que si son tratadas tempranamente a veces pueden revertirse.
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