De los cuatro tipos de radiografías dentales, la panorámica es la única imagen que muestra no solo los dientes sino toda la cavidad bucal, las fosas nasales, los senos maxilares y los arcos dentarios.
La radiografía panorámica permite diagnosticar cualquier tipo de anomalía: dientes supernumerarios, agenesias, alteraciones en la erupción dentaria, dientes retenidos, lesiones periapicales, quistes, tumores, enfermedad periodontal, y lesiones y otras anormalidades.
Según la Revista Latinoamericana de Ortodoncia y Odontopediatría, “la indicación de una radiografía panorámica, suele hacerse en el campo de la odontopediatría como elemento complementario a estudios de ortopedia u ortodoncia”.
Las panorámicas se indican también cuando se aplicarán trabajos de ortodoncia a un paciente, pues de esta manera, el ortodoncista sabrá cuáles piezas están por salir, cómo están ubicadas y cuáles deberá extraer.
Asimismo, a través de esta placa se pueden visualizar ampliamente las estructuras anatómicas y la condición del hueso alveolar.
Esta radiografía es de fácil disponibilidad, pues puede conseguirse en cualquier centro de rayos X. Sus dosis de radiación son bastante menores, en comparación con una radiografía intraoral total, y es bien tolerada por el paciente.
La panorámica requiere una máquina especial que rota alrededor de la cabeza, captura los maxilares y los dientes completos en una sola toma. No es la más indicada para detectar caries, a menos que estén muy profundas y avanzadas, pues para ello se utiliza la radiografía interproximal.
Sus desventajas o limitaciones son: imagen que no muestra detalle anatómico fino (como sí se aprecia en las técnicas intraorales), presencia de figuras extrañas por inadecuado posicionamiento del paciente y dificultad para reproducir en forma exacta la posición del paciente al realizar el examen.