Nefertiti, Reina de Egipto por su matrimonio con el faraón Akenatón (Amenofis IV). Parece que ejerció una gran influencia sobre el rey, contribuyendo a la revolución política, religiosa, económica y cultural que éste.
Nefertiti estuvo casada con el faraón Ajnatón y que vivió hace casi tres milenios y medio en un período fascinante de la historia de Egipto. Pero los detalles de su biografía son caldo de cultivo de especulaciones y un campo de batalla para los investigadores. «No hay dos opiniones coincidentes sobre esta época», asegura el eminente egiptólogo y arqueólogo inglés Nicholas Reeves.
Su belleza fue legendaria, pero tras su imagen sublime parece que su papel político y religioso en el desarrollo de la experiencia amarniana fue fundamental.
Su reinado se distingue por la frecuencia con que se realizaron representaciones monumentales que evocaban a la pareja real en la intimidad, y en especial la proximidad de sus hijas (jamás antes de esa época el arte oficial había representado escenas familiares).
Aunque algunos egiptólogos creyeron que fue la que reinó con el nombre de Semenejkara, no se ha demostrado que sucediera a Ajenatón (Akenatón) tras su muerte. Sería más verosímil hablar de reinado en colaboración parcial entre Ajenatón y su gran esposa real. Tampoco se ha podido demostrar que sobreviviera a su real esposo y, por tanto, que ella fuese Semenejkara.
En el año 6 del reinado, el faraón toma una decisión que se ha calificado de revolucionaria: cambia de nombre. Abandona el de Amenhotep para convertirse en Akenatón. Al convertirse en Akenatón, el faraón proclama su adhesión al dios Atón e indica que será el señor de su reinado. El nombre de su esposa irá precedido con frecuencia de la frase Nefer-Neferu-Atón, «Perfecta es la perfección de Atón».
Nefertiti fue mucho más que una esposa y que una madre. Numerosos indicios dejan suponer que la reina fue, después de su marido, la principal «cabeza pensadora» de la reforma religiosa y que participó de la manera más activa en el establecimiento del culto de Atón, el disco solar. El compromiso religioso de Nefertiti no deja lugar a dudas. No permanece indiferente a la reforma decidida por su esposo. Incluso es posible que fuese su instigadora.
Hasta su muerte, se la verá presente, al lado del faraón, en todas las ceremonias oficiales en honor de Atón. Gran sacerdotisa del culto, cumplió cotidianamente con sus deberes religiosos.
Akenatón y Nefertiti no tuvieron ningún hijo varón. La reina trajo al mundo seis hijas. Las tres primeras, Meritatón, Meketatón y Ankhesenpaatón nacieron en Tebas, antes del año sexto del reinado y del traslado a la ciudad del sol. La cuarta, Nefer-Neferu-Atón, nació en Akhetatón entre el año 6 y el año 9. Las dos últimas, Nefer-Neferu-Ra y Setep-en-Ra, nacieron entre el año 9 y el año 12. La simple lectura de estos nombres permite comprobar que, hasta el año 9, las hijas de la pareja real están consagradas a Atón.
Los nacimientos de las hijas de la pareja real fueron considerados como una bendición divina. Eran la manifestación de la irradiación de la luz divina. Por eso los habitantes de Akhetatón disfrutaban del favor de contemplar las escenas de la vida calificada de «privada» de la familia real. Akenatón y Nefertiti insisten mucho en su papel de padre y madre.
Tras el decimocuarto año del reinado de Akenatón, hacia 1336 a. C., se pierde la pista de Nefertiti. Desaparece por completo de los escritos de los papiros y de los grabados. Algunas hipótesis hablan de una muerte violenta tras la cual su marido habría prohibido que se mencionara su nombre; otros creen que pudo adoptar algún comportamiento que desagradó a los egipcios y que hicieron perder a la reina casi toda su influencia y prestigio e incluso una especie de divorcio. La auténtica razón es difícil de determinar.
La desaparición de Nefertiti coincide con un cúmulo de hechos que sacudieron la familia real entera: la desaparición de la otra esposa de Akenatón, Kiya, el ascenso de la princesa Meritatón a gran esposa real y la aparición de la fantasmal figura de Semenejkara, el nuevo corregente del faraón. Muchos han querido ver en todo esto el último ascenso de Nefertiti en el poder, pasando de reina-faraón a un faraón masculino. Se suprimiría la posible competencia de Kiya (quien caería en desgracia por causas desconocidas) y dado que todo rey necesita una gran esposa real, ¿quién mejor que Meritatón para sustituir a su madre, ahora rey?.
Al morir Ajenatón hubo un breve
reinado de Semenejkara en solitario, pero fue pronto sucedido por
Tutanjatón, más conocido bajo el nombre de Tutankamon, quizás el hijo de Ajenatón y la desdichada Kiya. Se casó con la tercera hija de Nefertiti, Anjesenpaatón. La real pareja debía ser relativamente joven.
Algunas teorías sostienen que Nefertiti, que aún vivía, aunque ya privada de la corona, habría influido sobre ellos.
Si la teoría fuera cierta, esta influencia, y probablemente su propia vida, acabó en el tercer año del reinado del faraón Tutankamón, hacia 1331 a. C. Ese año fue en el que el faraón renegó del culto “monoteísta” de su padre, manifestándose partidario del culto de Amón. A la vez, la familia real dejó la ciudad de Amarna y restituyó la capital en Tebas.
De la muerte de Nefertiti nada sabemos. ¿Cuándo ocurrió? ¿En el año 14 de Ajenatón, cuando Semenejkara sustituye a Neferneferuatón? ¿Unos meses después de la muerte de su marido? ¿O ya en el reinado de Tutankamón, olvidada por todos? A todo este embrollo se suma la aparición de Dahamunzu, la reina traidora, que posiblemente fuera una desesperada Nefertiti-Semenejkara que veía tambalear su trono y no se le ocurrió más que pedir ayuda a los tradicionales enemigos de los egipcios, los hititas.
Las diversas identificaciones entre Taduhepa, Nefertiti, Semenejkara y Kiya demuestran la ausencia de informaciones sobre sus respectivas vidas, y sólo nuevos hallazgos arqueológicos podrían precisar el papel de estos personajes históricos y la súbita desaparición de Nefertiti.