La leucemia mieloide no hereditaria se presenta principalmente en los adultos, es un cáncer de la sangre y la medula ósea, este tipo de cáncer generalmente empeora si no se administra a tiempo.

La fase crónica puede durar meses o años y la enfermedad se puede presentar con pocos síntomas o ser asintomática durante ese tiempo. La mayoría de las personas reciben el diagnóstico durante esta etapa, cuando les están haciendo exámenes de sangre por otras razones.
La fase acelerada es una fase más peligrosa durante la cual las células de la leucemia se multiplican con mayor rapidez. Los síntomas frecuentes abarcan: fiebre (sin infección), dolor óseo e inflamación del bazo.
Sin tratamiento, la leucemia mielógena crónica progresa a una fase de crisis hemoblástica. Se puede presentar sangrado e infección debido a la insuficiencia de la médula ósea.
Normalmente, la médula ósea produce células madre sanguíneas (células inmaduras) que, con el tiempo, se vuelven células sanguíneas maduras. Una célula madre sanguínea se puede convertir en una célula madre mieloide o una célula madre linfoide. Una célula madre linfoide se vuelve un glóbulo blanco.
La doctora explica que en esta enfermedad “los cromosomas 9 y 22 de las células se rompen, generando un intercambio de material genético conocido como oncogén BCR-ABL, también llamado cromosoma Philadelphia. Esta proteína presenta un incremento de la actividad de la enzima tirosina quinasa, esencial para la transformación maligna y la proliferación de estas células”.
Aunque se puede presentar en diferentes grupos de edad, la leucemia mieloide crónica, es más común entre los 40 y 50 años de vida y la frecuencia es igual en hombres y mujeres. Esta enfermedad tiene tres fases: crónica, acelerada y blástica. La doctora Da Costa explica que el paso de una fase a otra no es predecible y en ocasiones el paciente puede pasar de la fase crónica a la blástica en forma rápida.
Pasan muchos años antes de que se presente leucemia a raíz de la exposición a la radiación. La gran mayoría de las personas a quienes se les trata un cáncer con radiación no contraen leucemia. La mayoría de los pacientes con leucemia mielógena crónica no han estado expuestos a la radiación.
En el 95% de las personas el diagnostico de la LMC se hace en la fase crónica, y por lo general una cuarta parte no tiene ningún síntoma, y como se menciono anteriormente la enfermedad se detecta en mediante una rutina de exámenes médicos. Esto se caracteriza porque el porcentaje de las células inmaduras (denominados blastos), de la leucemia, n la sangre y la medula ósea es menor a 5%.
Un medicamento llamado imatinib (Gleevec) es la primera terapia para casi cualquier persona con leucemia linfocítica crónica Los nuevos medicamentos similares a Gleevec abarcan dasatinib (Sprycel) y nilotinib (Tasigna). Algunas veces, se utiliza temporalmente un medicamento de quimioterapia llamado hidroxicarbamida (Hydrea) para reducir el conteo de glóbulos blancos si está muy alto en el momento del diagnóstico.
La fase de crisis hemoblástica es muy difícil de tratar, debido a que hay un conteo muy alto de glóbulos blancos inmaduros (células leucémicas). Se trata de manera similar a la leucemia mielógena aguda (LMA) o a la leucemia linfocítica aguda (LLA).
Existen terapias farmacológicas para el tratamiento de esta afección, pero los pacientes tienen que estar conscientes que deben recibir el tratamiento a diario por tiempo indefinido, de lo contrari, puede recaer y la enfermedad tiende a progresar.
La alimentación juega un papel fundamental, las personas que sufren de leucemia mieloide crónica deben consumir una alimentación balanceada que incluya todos los grupos alimenticios, comenta la especialista. Sin embargo, la Da Costa explica que “durante el tratamiento se contraindica el uso de toronja, fruta estrella y naranjas de sevilla, porque pueden tener interacción con los inhibidores de cinasa de tirosina. Igualmente debe evitarse el acetaminofén, debido a su riesgo de toxicidad hepática en estos pacientes”.
Con información de: El Nacional / MedlinePlus