El 24 de mayo de 1822 ocurrió la Batalla de Pichincha en el volcán de Pichincha Ecuador, una de las batallas más importantes y trascendentales de nuestra gesta independentista.
Esta batalla tuvo sus preliminares el 14 de abril de 1822, las tropas comandadas por el General Antonio José de Sucre, el ejército independentista bajo su mando enfrento y venció a las fuerzas realistas comandadas por el General Aymerich, asegurando la independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de Quito.
La posición de los realistas en defensa de Quito los hacía muy difíciles de batir, el General Sucre tomo una determinación, ordeno atravesar la ciudad de sur a norte, en horas de la noche, pero escalando los quebraderos del volcán Pichincha, a 4.600 metros de altura. A las nueve de la noche comenzó el ascenso, y a las ocho de la mañana estaban los audaces aventureros en la cima del Pichincha. Abajo estaba Quito; y sus pobladores, unos 60.000, iban a ser testigos de la batalla que les daría la libertad.

Los ejércitos libertadores, con el General Sucre a la cabeza, llegó a Guayaquil con 700 hombres armados y equipados. Después de organizar sus tropas invadió la sierra con un ejército de 1500 hombres que iba acrecentándose en los pueblos de tránsito con numerosos voluntarios. Varios encuentros sostuvieron en el largo trayecto hacia el interior, obteniendo la victoria unas veces sobre los realistas y soportando otros desastres como el de Huachi, lugar cercano a Ambato.
Al amanecer de aquel día de mayo, Aymerich, advertido por sus centinelas de la maniobra de Sucre, ordenó a su ejército de 1.894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para presentar batalla. Ambos comandantes enviaron gradualmente sus tropas a la batalla, pues existía poco espacio para maniobrar entre profundos barrancos y densos matorrales.
En la batalla de Pichincha los realistas se llevaron la sangre del más joven y valiente de los tenientes de Sucre, Abdón Calderón la batalla se distinguió por su patriotismo de este joven teniente.
Este joven soldado llevaba la bandera en la gloriosa batalla y con admirable coraje iba siempre adelante gritando ¡Viva la Patria! Y a pesar de que recibió varias heridas pedía a los suyos que lucharan sin desmayo hasta obtener la victoria.
Aunque ambos bandos sufrieron grandes bajas, a la final los patriotas lograron detener al batallón de realista Aragón cuando estaba por cargar sobre la línea patriota, gracias a la irrupción en combate del batallón Albión, que consiguió avanzar a una posición más alta que la de los españoles. El Aragón, tras sufrir fuertes bajas, se desintegró, y entonces el batallón patriota Magdalena avanzó y cargó contra la línea realista, que terminó por romperse.
A las doce del día, bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad dieron el grito de victoria en la cima del Pichincha, a más de 3000 metros de altura. La victoria de Sucre fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich al día siguiente, 25 de mayo de 1822. De esa manera, Sucre decidió a su favor la hasta entonces vacilante y delicada situación de Guayaquil, dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador y facilitó su incorporación a la Gran Colombia, al tiempo que hizo posible la posterior liberación del Perú.